Un tal viernes...

Me desperté con ansias de hacer muchas cosas, con mucho optimismo pero siempre por razones extrañas, de repente todo se te empieza a estancar, las cosas no empiezan por funcionar y  comienzan a llover las malas noticias, y de pronto eso te empieza aplastar la fuerza de voluntad, con la cual  te levantaste de la cama, con ánimo de lucha pero con el  transcurso del día comienza a desvanecerse ese sistema de pensamientos buenos.

Son de esos ciclos que no suelen repetirse muy a menudo pero que suelen dejarte ciertas dudas de cómo funciona la vida, que ese vaivén de ideas no siempre te conducen a una tren de coherencias, donde la virtud a veces no es precisamente la razón, sin embargo como seres humanos la clave está en saber mover las piezas del tablero para que la vida no nos puedas sorprender con un jaque mate insospechado.

De pronto mejor me puse a escribir para aliviar esa angustia interna de sentirte un derrotado por no haber conseguido esa meta proyectada, las mejores cosas de la vida vienen en momentos impredecibles y hoy  debe ser ese punto de partida de retomar el juego con más tranquilidad y más pasión.

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